19 de febrero de 2009

Bien Corazón, aquí va lo que espero sean unas buenas palabras -dijo él mientras la miraba-.

Ahora que estás en mi isla; el lugar donde se esconden los rincones y nos hacen frente la sonrisa y los besos que se vician por el viento, quiero dejarte en tu oído la música que te deje para siempre prendada. 

Sabes que soy una almohada
para el descanso de tu alma.
Te veo con los ojos cerrados
porque tu piel se enfrenta
a la tarea de rozarse con la mía
y nacen nueva experiencias
que consuman las gotas de sudor
que recorren las mejillas
y se cuelan por el fondo
en continuo gemido
de la atmósfera de tu respiro.

Tengo que agradecerte todas las miradas que me brindas, pues desde que estás conmigo se parten las nubes del cielo por hacerte un sitio, es como si pintaran a favor del viento tu destino y el mío.

Sigo entre tus besos
que tienen las luces 
sobre las rocas y las sombras
que, el propio sol
y su hermana luna,
hacen de cada día
un amanecer de los sentidos
en simple y etérea armonía.

Puede que pise
sobre arenas movedizas,
pero no dejaré que tú, -Corazón-
sufras las inclemencias
de un pasadizo estrecho
entre el norte y el sur.
Pasaré yo, y te llevaré en mis manos
como una pluma delicada
que de tantos deseos
nunca ha sido escuchada,
que de ser tan grande su alma
no le cabe en el pecho
los trozos que desprende
el amor con su constancia,
que de vivir así de aletargada
giran con fuerza las garras
de quien no entiende
y te quiere presa 
de sus ramas.

Pasaré por debajo del agua
pues no me hace falta nadar
para estar contigo
y abrazarte en el infinito.

Amore, ya estamos lejos de esos peligros que se esconden detrás de una máscara, Corazón, voy a desnudarme muy lentamente para que veas que por dentro tengo mucho más de lo que mi cuerpo te puede mostrar.

1 comentario:

  1. conozco-así lo creo- tu alma mi tesorito,
    es bellissimo el escrito,
    es propio fantástico
    Buona Giornata!
    baci

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